6 preguntas para rendir mejor según Peter Drucker

Cómo rendir más preguntas necesarias


¿Rindo mejor como asesor o como tomador de decisiones

¿Trabajo mejor en solitario o en equipo

¿Aprendo tomando notas, escuchando a otros o escuchándome a mi mismo?...son algunas de las preguntas que necesitas hacerte para situarte en una posición que te permita sobresalir a medio y largo plazo.

Es obvio que las personas al tener distinto carácter, personalidad, habilidades…obtienen resultados de forma diferente.

Pero lo curioso es que muchas veces no sabemos cómo obtenemos resultados nosotros mismos, y eso nos impide potenciar “nuestras formas de trabajar” productivamente.

Para averiguarlo, Peter Drucker propone hacernos seis preguntas.

6 preguntas que necesitas hacerte para rendir mejor

Ya decía Tony Robbins que la calidad de tu vida depende de la calidad de las preguntas que te haces

Pero normalmente evitamos hacernoslas, porque nos obligan a pensar, a encontrarnos con nuestros puntos débiles y vulnerabilidades. 

Es más fácil y cómodo seguir en piloto automático instalado en la rutina. El problema es que entonces no mejoras, y si lo haces, se debe a un golpe de suerte, que difícilmente se replicará en un futuro.

Por eso hoy, te traigo séis preguntas que Peter Drucker recomendaba hacerse a uno mismo, respecto a cómo se desempeña cada uno. 

1. ¿Soy lector u oyente?


A su nivel más básico, actualmente en los países occidentales, casi todo el mundo sabe leer y escuchar. Son habilidades que se enseñan en la escuela.

Posteriormente, continuar desarrollándolas depende de uno mismo. ¿Cómo? Practicando.

A este respecto solo puedo recomendarte que trates de leer buenos libros sobre los temas que te interesen y que intentes escuchar más. Y escuchar no es oír. Es prestar atención y tratar de entender sinceramente a la otra persona.

Stephen Covey, lo explica muy bien el quinto capítulo de su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, titulado Procura primero comprender y después ser comprendido.

Lo fundamental es saber en qué somos especialmente buenos: ¿leyendo o escuchando? Si es que lo somos en alguna de las dos. O al menos, qué se nos da aceptablemente bien.

Vale la pena reflexionar en torno a esta afirmación del autor:

“Muy pocas personas saben siquiera que hay lectores y hay oyentes, y que muy poca gente es ambas cosas. Son menos aún los que saben qué son ellos mismos”.
  

2. ¿Cómo aprendo?


Relacionada con la primera pregunta se encuentra también la segunda, ¿cómo aprendo?

Puede ser que aprendas tomando notas informales, escuchando a otros, escuchándote a ti mismo oyéndote hablar, escribiendo y redactando en profundidad, actuando y moviéndote...


3. ¿Trabajo bien con otras personas o soy un solitario?


Una vez más no se trata de decantarse únicamente por una de ellas. En la mayoría de los casos nadie podría elegir únicamente una de las dos.

La clave está en saber, si tiendes más hacia un lado o hacia el otro. Porque difícilmente podrás ser efectivo a largo plazo, si tienes un perfil muy marcado en alguno de los dos extremos y te sitúas justo en el otro.

Yo por ejemplo, me siento bien en entornos que me permiten combinar ambas. Y curiosamente me cuesta adaptarme a los sitios donde me privan, en exceso de alguna de las dos.

Me produce mucha frustración estar rodeado de gente, cuando necesito tiempo en solitario para leer, escribir o pensar. Pero también me gusta hablar, intercambiar ideas y trabajar en equipo, por lo que los trabajos solitarios, tampoco sacan lo mejor de mí. Necesito un equilibrio entre ambas, mi proporción idónea está en torno a 60% del tiempo en solitario y 40% en equipo.

Por el contrario, en los últimos años he trabajado con mucha gente que parece estar fuera de su zona cuando no realiza un trabajo que se decante marcadamente hacia uno de los dos extremos (solitario o en equipo). 

Y evidentemente, todos necesitamos adaptarnos a las circunstancias en muchos momentos de nuestra carrera profesional, y tratar de rendir lo mejor posible en contextos distintos a nuestro ideal.  

Pero de cara a orientar nuestra carrera a largo plazo, Peter Druker nos invita a reflexionar más sobre el contexto en el que podríamos rendir más

Porque la capacidad de adaptación está muy bien, y es necesaria cuando la situación actual difiere mucho de la ideal. El problema es que si ni siquiera tenemos una ligera idea de cuál sería la ideal, es imposible que nos podamos ir encaminando hacia ella, cuando vayamos tomando decisiones profesionales.   
 

4. ¿Trabajo bien en un entorno estresante o más tranquilo?


Es cierto que desde que Peter Drucker escribió su obra han cambiado muchas cosas.

Hoy en día todo tiende a ser más rápido, los cambios más veloces y a menudo más imprevisibles. Pero todavía sigue habiendo grados.

Las personas que trabajan en bolsa o en la unidad de cuidados intensivos de un hospital, están sometidos a unos niveles de estrés muy elevados. Otros trabajos, sin embargo, permiten un ritmo menos exigente.

Desde mi punto de vista, aquí la clave es entender que partiendo de la base de que en términos generales la vida se ha acelerado, siempre habrá sectores y profesiones en los que el pedal se pisa hasta el fondo y que generan mayores niveles de estrés, especialmente si no hemos desarrollado previamente hábitos de productividad personal.

En líneas generales ya sabes que te recomiendo  habitualmente un libro para iniciarte en este campo. Organízate con Eficacia de David Allen.

Aprender el método GTD y comprometerte con su implantación puede llevarte algunos meses (para hacerlo a un nivel aceptable) y varios años para utilizarlo de verdad (incorporando todos los hábitos, no solo los que te resultan más fáciles o te apetecen más).  
  
Aun así, y aunque desarrolles competencias básicas en el campo de la productividad personal, es bueno que te preguntes si respondes bien en entornos con cambios extremos, rápidos e impredecibles.

Por ello, si tu perfil profesional no se lleva bien con los cambios extremos, tal vez debas buscar uno con cambios más moderados. Ya que los entornos estables están desapareciendo, intenta desarrollar a un nivel aceptable tus competencias de efectividad y adaptarte al menos a un ritmo de cambio moderado.  

Aquí la clave para sobrevivir, cómo en tantas otras cosas es que te encuentres al menos un poquito por encima de la media. Eso no es muy estimulante, ni te permitirá brillar, pero al menos te ayudará a sobrevivir, porque la sociedad tampoco puede cambiar a un ritmo mucho más rápido de lo que lo hace el ciudadano medio. Por lo que si te esfuerzas un poco, seguirás a flote. 

5. ¿Te desenvuelves mejor en una organización grande o pequeña?


Hay personas que funcionan muy bien en empresas o instituciones pequeñas, en las que todo el mundo se conoce y otras que rinden mejor en grandes organizaciones.

Las habilidades comunicativas y políticas, entre otras, son distintas en cada caso. Muchas personas han pasado de tener éxito en una gran organización a fracasar en una pequeña, y viceversa.

¿Tú dónde crees que rindes mejor?

Si tienes varios años de experiencia y has pasado por distintas organizaciones, al echar la vista atrás, ¿dónde crees que has sido más efectivo?

Si eres muy joven y estás iniciando tu carrera, tal vez te resulte difícil responder a esta pregunta, pero posiblemente tendrás al menos una intuición de dónde sientes que puedes aportar más. Si no la tienes no te preocupes. El tiempo te dará pistas.  

6. ¿Produces mejores resultados como asesor o como tomador de decisiones?


Hay personas que son grandes tomadores de decisiones. Las toman rápido y con soltura.

A un nivel básico, esta habilidad debemos desarrollarla todos. Porque como dice Francisco Alcaide, no puedes estar rumiando las decisiones constantemente y cuándo eliges no decidir, también estás decidiendo. Concretamente estás decidiendo no hacer nada, en lugar de cambiar aquello que sientes que no funciona.

Pero más allá de entender esta idea y de desprenderse de la mala costumbre de darle mil vueltas a las cosas y rumiarlas en exceso, pregúntate: ¿Soy bueno tomando decisiones? ¿Me siento cómodo? ¿Es mi punto fuerte?

Hay personas que funcionan mejor como asesores, porque su punto fuerte es pensar, enfocar y analizar. Pero luego no rematan bien, no se sienten cómodos tomando la decisión final.

Son profesionales muy necesarios porque proporcionan una perspectiva y un punto de vista imprescindible a los grandes tomadores de decisiones. Sin ellos, éstos últimos tampoco harían bien su trabajo. 

Como dice Peter Drucker,

"Ésta es la razón por la que el número dos de una organización a menudo fracasa cuando asciende al cargo máximo. Éste requiere a una persona que tome decisiones"

Por ello, cuando el asesor “se convierte en el número uno, fracasa. Sabe cuál debe ser la decisión, pero no puede asumir la responsabilidad de tomarla”.

Más allá de que socialmente este más reconocido un rol u otro, y siendo prácticos, pregúntate:

¿Tú en que rol te sientes más capaz?

Reflexión final


La consideración final que cabe hacerse al respecto, en relación a estas seis preguntas que hemos visto hoy es la siguiente.

Está claro que a largo plazo podemos esforzarnos por desarrollar nuevas habilidades y por corregir debilidades que lastren excesivamente nuestro rendimiento. Tratar de mejorar siempre es bueno.

Pero la cuestión es que, por lo general no se consigue de la noche a la mañana. 

Por ello, resulta interesante reflexionar sobre en qué eres bueno, para tratar de potenciarlo en tu trabajo. En lugar de tratar de cambiarlo todo de golpe.

Sería muy difícil pasar de asesor a tomador de decisiones, de lector a oyente, de miembro de equipo a productor individual, o de empresa grande a pequeña, todo junto y de la noche a la mañana.

En el momento actual, puedes hacerte dos preguntas diferentes:

  • ¿quién soy, qué habilidades tengo y dónde me puedo colocar para rendir más?
  • ¿qué habilidades quiero desarrollar de cara a la futuro, hacia dónde quiero evolucionar y qué precio estoy dispuesto a pagar?


Confundir ambas preguntas, puede ser peligroso, especialmente si las respuestas son diferentes, y a menudo lo son.

Con esto no te quiero desanimar ni mucho menos. Sólo animarte a que distribuyas bien tu energía, y sobre todo, a que seas consciente de la diferencia que puede haber entre la respuesta a las dos preguntas.

Si te ha parecido interesante, puedes seguir aprendiendo sobre efectividad de la mano de Peter Drucker o David Allen.


Y recuerda: ¡Aprende, Actúa, Avanza!

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2 comentarios

  1. Hola: He llegado aqui brujuleando desde El Canasto. He guardado el post en mi lista de lectura para poder leerlo tomando notas. Los textos citados los conozco, pero no todos los he leído. Tambien lo apunto para conseguir los pendientes. Ya he contestado a alguna pregunta ��. Enhorabuena por el post

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  2. Muchas gracias por tu comentario Juan Manuel. Me alegro que te haya resultado interesante. Responder a estas preguntas requiere tiempo y pararse a pensar un poco. Tal vez no nos brinden respuestas que conduzcan a resultados inmediatos, a diferencia de algunos trucos y técnicas que nos reporten mejoras rápidas, pero como proponía Stephen Covey la verdadera efectividad consiste en un equilibrio entre los resultados que conseguimos a corto plazo y a largo plazo. Y yo creo que este tipo de preguntas ayuda mucho a la larga. Como dice Tony Robbins, la calidad de tu vida depende de la calidad de las preguntas que te haces. Así que espero que todos, o al menos unos cuantos, sigamos haciéndonos este tipo de preguntas, de vez en cuando. Especialmente en un mundo tan ajetreado en el que parece que todo consiste en hacer, hacer y hacer, cada vez más cosas y cada vez más rápido. Muchas gracias por dedicarnos tu tiempo y tu atención. Saludos!

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